Debidamente atada, una sumisa se vuelve un ser de pura percepción. Cada pequeño deslizamiento de las sogas sobre el cuerpo se transforma en una evocación del poder que la guia a su espalda. Cada tirón apenas perceptible en una orden altiva de rumbo y dirección. En un interminable interludio silencioso, solo un ojo experto podría ver la cantidad ingente de palabras y sentimientos que se transmiten por tan delgado hilo. Con solo el ruido del viento y el oleaje de fondo, tengo en las llemas de mis dedos entrega en estado puro, y no queda mas que contemplar tanta belleza en silencio y regocijarse.
Y la playa también es muy bonita ojo...
Sed buenos, o no...

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